CAPITULO IX



Vicente estuvo mirando en Internet diversas razas de perros, fotos, pelajes, medidas, pesos y demás llegando a la conclusión de que Copi era una variedad de las muchas que existían de Terrier, si no de raza totalmente pura, si alguna mezcla de él ó bien por parte de la madre ó del padre, se fijó en las orejas y efectivamente las tenía triangulares y caídas como algunos ejemplares, comprobó también el peso, los terrier adultos ninguno llega a sobrepasar los siete kgs., Copi pesaba alrededor de 5,400 y posteriormente con el tiempo y ya de adulto nunca llegó a pesar más de seis kgs., la rapidez y velocidad con la que corría su perro era evidencia de las razas terrier que los ingleses utilizaban mucho para la caza del zorro y el pelaje también se asimilaba a algunos tipos de terrier, aunque sólo lo hizo por curiosidad, deseaba saber que razas de perros además de los galgos llegaban a correr tantísimo.

A los pocos días, Copi se escapó otra vez, pero... ¿por dónde?, aunque parezca mentira el plástico rígido que habían puesto en la puerta tiempo atrás, lo dobló y contorsionándose, haciendo filigranas con su cuerpo y no sin daño el perro pudo salir, su escapada duró más de tres horas, Vicente como siempre volvió a buscarle insistentemente por todos sitios y acabó en su casa sin encontrarle.
¡Dichoso perro! Pensó él.
A la hora volvió a dar otra vuelta y como si nada, ya preocupado en su mente sólo había un pensamiento: ¿Le habrá atropellado un coche y estará tirado por una cuneta muerto? En fín... Ya sabe el camino para volver.
De vez en cuando Maribel y Vicente salían a la calle para comprobar si había vuelto, al final regresó, pero iba cojeando con una pata delantera rota.
Enseguida se pusieron manos a la obra y con unas tablillas que tenían de la barbacoa, las cortaron a la medida y le fabricaron una especie de entablillado que luego rodearon con esparadrapo y en la punta, donde apoyaba la pata el perro le hicieron una bola del mismo para que al asentarla, Copi lo notara más blando. Así estuvo el perro 2 meses dónde de vez en cuando le cambiaban el vendaje para lavarle, no obstante el perro se sentía incómodo y sobre todo al principio, trataba de quitárselo con los dientes, pero se lo habían hecho tan bien y tan pegado que no lo conseguía, era curioso verle andar con la pata tiesa, sin poder doblarla, pero al final se acostumbró. Cuando por fin -transcurrido ese tiempo- le quitaron el entablillado, tenía la pata muy débil de no ejercitarla y se quejaba con frecuencia al hacerse daño en algunas ocasiones, en esos dos meses estuvo mimado por completo, el animal se sentía mal y no paraba de buscar las caricias de sus amos, se sentaba con ellos en el sillón y les ponía la cabeza en las piernas a modo de almohada. Al final se recuperó sin haber tenido que acudir al veterinario, aunque la pata, por unas de sus articulaciones, no le quedó perfecta del todo, estaba un poco doblada, pero Copi corría tanto como antes.
¿Cuándo acabará de escaparse?

Maribel estaba ya harta de recoger pelos por la casa, el perro los perdía a mechones y como eran tan finos flotaban por el aire, no paraba de pasar el aspirador que salía muchas veces atascados de pelos, a pesar de que Vicente le insistía bastante para que no dejara pasar a Copi a casa, ella hacía caso omiso y el perro -al menos por la tarde- estaba siempre con ellos en el salón, de manera que seguía limpiando pelos. Ya cerca de Julio, Maribel le dijo a Vicente:
- ¿Porqué no le llevamos a la peluquería y que se lo corten?
- Bueno, pero va a coger complejo -le respondió él.
Se informaron donde había una peluquería canina y en un pueblo de los alrededores existía una, llamaron por teléfono, pidieron cita y allá se presentaron con Copi, le dejaron con la peluquera porque iba a tardar como hora y media y ellos aprovecharon para ir a hacer compra al supermercado.
Cuando regresaron se llevaron una sorpresa que no se esperaban, ya le habían cortado el pelo y el perro parecía hasta más pequeño, más flaco, daba la impresión que era más joven aún, le dejaron la cara preciosa, con los bigotes sobresaliendo y muy igualados, las orejas trianguladas perfectamente, el rabo con bastante pelo y escalado, le daba un aspecto juvenil que le agraciaba, el resto del cuerpo cortado al dos, ya no tendría que recoger más pelos Maribel durante un buen tiempo.
Copi estuvo acomplejado varios días, casi no ladraba y comía poco, pero al final se acostumbró.
A los pocos días llamaron al timbre de la puerta, se presentó una mujer con un perrito en los brazos preguntando si era de ellos, Maribel le dijo que no, que el suyo estaba dentro, parece ser que la mujer se lo encontró perdido, tenía su collar y su correa, se había escapado de sus dueños y preguntando por el vecindario la mandaron allí, ya tenía Copi la fama en el pueblo de escaparse asiduamente. Ese mismo día hubo una gran tormenta con aparato eléctrico, Copi -como no- con el ruido de los truenos, fue a refugiarse debajo de la mesa del despacho de Vicente, era ya habitual en él, no pillaba por sorpresa a sus dueños, cuando terminó volvió a aparecer por el salón con cara de asustado.

Dos de los vecinos colindantes de su parcela tenían perros grandes y a Copi le gustaba provocarles a través de las enredaderas, pues aunque no se veían físicamente, por el olor o los ruidos que hacían los otros iba en su busca, jugando, corría por todo el jardín de arriba a abajo ladrándolos hasta que los otros ya respondían al “ataque”, ladrándoles ellos también, lo que no sabían -Ciro y Sara- que así se llamaban los perros de los vecinos era que Copi solo estaba jugando, llegaba un momento es que cuando los otros movían la valla metálica de separación y por tanto toda la enredadera vibraba, él levantaba una de sus patas traseras y les mandaba un chorro de pis, con lo que claramente estaba marcando su territorio, los otros al olerlo se enfadaban de tal forma que los ladridos ya eran violentos y si hubieran podido atrapar a Copi, seguro que lo pasaría muy mal, pero bien sabía él que allí estaba protegido y no había peligro. Esto lo hacía muy a menudo el animal, se lo pasaba en grande.