CAPITULO V

Estamos en un sábado del mes de Noviembre, un día frío y grisáceo, Maribel ha ido a hacer la compra al supermercado y entre otras muchas cosas ha traído un nuevo saco de comida para Copi, el mejor, con un 30 por ciento de proteína bruta, con carne, cereales y verduras y en una apariencia de bolitas más pequeñas que el otro y un poco más blandas, seguro que al perro le gustará mucho más, aunque Copi no es delicado para la comida -come absolutamente de todo, igual le dá un trozo de tomate avinagrado de una ensalada que un trozo de pan-, pero este pienso es ideal para cachorros, para fortalecer los huesos y otras muchas cosas. También le ha comprado un juguete, una chuleta de plástico gomoso que al morderla emite un sonido como el de un silbato, el perro, seguro que se lo pasará en grande con su chuleta.
Inmediatamente le ponen su pienso nuevo en el plato y Copi se come la mayoría con gran apetito, no hay duda de que le gusta mucho, es un perro tan educado que jamás tira las bolitas de comida fuera del plato, no las derrama nunca y si comiendo se le cae alguna fuera la recoge del suelo, algunas como son redondeadas salen rodando lejos de su comedero, pero él deja de comer por un instante y va a por ella, cuando termina su ración deja ordenadas el resto en el borde del plato como si las hubiera colocado una persona con la mano, es increíble verle hacer esto, ¿qué instinto puede tener como para que siendo tan sólo un cachorro juguetón deje su comida tan meticulosamente ordenada?
La chuleta de plástico ha sido como un capricho para un bebé, la coge con la boca, corretea con ella por la casa, la muerde, la sube al sillón, etc..., ya lleva un día con ella pero posiblemente no le dure mucho, al morderla y emitir el curioso sonido, el perro la muerde más y más y por el lado más fino ya ha abierto un agujero, no le durará demasiado a este paso.
Efectivamente así fue, a los dos días la chuleta ya no sonaba y se había comido la mitad, deben de fabricarla con un material digerible que no les siente mal a los perros, porque trocitos no se veían por su casa, la pobre chuleta no le duró ni otros dos días más, acabó comiéndosela entera ¡vaya juguete!.

Vicente ha recortado en un adhesivo las letras de Copi y ha pegado éste en la parte superior de su caseta, ha pintado de rojo las letras de la plantilla y cuando ha transcurrido un tiempo prudencial ha despegado el adhesivo quedando impresas las letras, como todo perro que se precie Copi ya tiene su nombre en su casa, faltaría más, cuando su mujer ha llegado del trabajo y ha visto esto, le ha encantado, no cabe duda que sus amos no escatiman en detalles con el perro.
Estamos ya en los fríos días de Diciembre, con el cambio de hora los días son muy cortos, Copi se está adaptando mejor de lo que se pensaba a su nueva casa,
Se le ve feliz y contento, como siempre muy juguetón pero no rompe nada, tiene un gran respeto por las plantas, teniendo en cuenta que sus amos tienen el porche cerrado y a modo de invernadero, existen allí más de 20 macetas de diferentes alturas y tipos de hojas, el perro ni tan siquiera a mordido una. Hoy, Copi ha hecho lo que parecía un ladrido, con gran sorpresa por parte de Maribel y Vicente, que pensaban que el perro no iba a ladrar, está claro que pronto, muy pronto empezará, el cachorro quiere, pero no sabe, como un niño cuando empieza a balbucear intentado emitir y reproducir sonidos y poco a poco éstos se hacen inteligentes para los demás.
Los paseos andando se hacen cada vez más frecuentes, Copi se va acostumbrando a ir atado con su cadena, aunque sigue tirando muchísimo, no es consciente de que se hace daño en el cuello, su intención es correr y correr más, no entiende aún que debe ir despacio con su dueña al lado, ¿lo llegará a comprender alguna vez? El perro no sabe que existe una ley por la que hay que llevarlos atados en el pueblo y pueden denunciar a sus dueños si no lo hacen, es comprensible en tanto y cuanto que de no ser así sería un caos, por otro lado los perros que sean peligrosos deben llevar bozal para evitar posibles mordeduras a las personas, Copi desconoce todo esto y por eso se comporta así.
Maribel es quién le saca a pasear porque Vicente sigue enfermo de artritis y casi no puede caminar, hace pocos días le sacó él y por poco cae al suelo de un tirón que le dio inesperadamente el perro, tiene mucha fuerza, es muy vigoroso y muy nervioso, es pura fibra, parece mentira que un perro tan pequeño -no pesará más de 4 kgs.- tenga tal poder.


Se acercan ya las Navidades, hace mucho frío, Copi ladra mucho, curiosamente ha ubicado ya lo que es su territorio y cuando pasa alguien por fuera, por la puerta, le ladra constantemente y con rabia, como si se lo fuera a comer, también ha cogido una especie de fobia a las motos y al camión de la basura que incluso mucho antes de que pase por la puerta, detecta su presencia y le ladra hasta que desaparece por la otra calle. Hoy estando los tres en el salón de su casa Vicente y Maribel le han echado de menos, los vecinos han tirado algunos cohetes con motivo de las fiestas navideñas, le llaman y no viene, le buscan por toda la casa y no le encuentran, ya por fín en una nueva búsqueda más exaustiva le localizan, el animal se había escondido agazapado bajo la mesa del despacho de Vicente, estaba claro, como a otros muchos perros le daba pánico la explosión de cohetes y petardos, pero pronto se le pasarían los temblores.
Sus dueños le tienen tanto cariño que casi le consideran uno más de la familia, por eso la Nochevieja la celebran los 3 en casa y al perro le obsequian con diversos dulces y golosinas que él acepta con gusto.