CAPITULO VI

Maribel ha ido de nuevo al supermercado y le ha comprado un champú especial para perros, dice que es mejor que el que usan ellos porque les suavizan más el pelo, mete en la ducha a Copi y le lava con el champú nuevo, él -que ya está acostumbrado- se queda muy quieto, el agua está tibia y parece ser que le gusta la higiene, cuando ya ha terminado le coge en brazos y le envuelve en su toalla para secarle, es impresionante ver el comportamiento del cachorro agradeciendo la limpieza porque no se pone nervioso, no se mueve y sólo cuando ha terminado de secarle es cuando el perro, ya en el suelo, se sacude para eliminar los últimos restos de agua, después se sube al sitio de su sillón y está tan limpio y contento, hasta que al cabo de un rato vuelve a juguetear con su pelota recorriéndose toda la casa.

A primeros de Enero se les avería la caldera de la calefacción, hace mucho frío y la casa se queda helada, Vicente llama al servicio de asistencia y allí le indican que el técnico no podrá pasar hasta el lunes próximo y ese día era viernes, de manera que no tienen más remedio que tirar de los recursos disponibles, Maribel trae de la bodega el único radiador eléctrico de que disponían y lo conecta en la habitación principal, así, por lo menos para dormir se estaba bien de temperatura, para el resto de la casa encienden la chimenea que tienen en el salón y queman la leña que tenían en la barbacoa, pero para tres días no era suficiente así que Vicente hace trozos de madera con la motosierra de un palet que tenían en el jardín con el resto de materiales de las obras anteriores de su casa, con esto lograron mantener el salón caliente.
Ya por fin, después de tres días heladores, el lunes se presentó el técnico, Vicente le estuvo explicando lo que le pasaba a la caldera y él con sus herramientas pertinentes se puso a apretar, desmontar y comprobar elementos de la misma, en una de estas salió a su coche a por un útil que necesitaba, al abrir la puerta exterior y a pesar de que Vicente le gritó:
- ¡Cuidado con el perro que se sale!
Copi se volvió a escapar, inmediatamente Vicente cogió el coche y se fue en su busca, recorrió calles y plazas del pueblo y no le encontró, marchó hasta el cementerio por la carretera y tampoco, ¿dónde se habrá metido?
Volvió de nuevo hasta su casa dónde el técnico seguía arreglando la caldera, al terminar comprobó que todo funcionaba ala perfección, la puso en marcha, le pidió la factura, le pagó y emprendió otra vez la búsqueda de su perro, volvió a pasar por calles y plazas, regresó al cementerio, Copi no estaba por ningún sitio, a la vuelta en el helipuerto había un chico jugando con un perro, desde lejos se divisaba que el chico le tiraba como un plato de plástico volando y el perro iba corriendo a recogerlo, Vicente paró el coche, observó de nuevo y desde lejos le dio la impresión de que ese perro podía ser el suyo, se acercó lentamente con el coche y cuando estaba como a unos quince mts., de ellos gritó:
- !Copi!
El animal se dio la vuelta al oir el grito, evidentemente conocía la voz de su dueño, Vicente volvió a gritarle:
- ¡ A casa!
Y el perro cogió la dirección exacta, bien sabía ya donde era después de tantas excursiones callejeras, Vicente le siguió con el coche y tras abrirle la puerta de la entrada le regañó, sólo con el tono de voz que le puso, Copi estaba totalmente acobardado, agazapado en el suelo, con miedo, como temiendo que le pegaran, pero no fue así, el susto ya pasó, ambos se metieron a su casa donde Maribel esperaba con impaciencia y ya con la calefacción funcionando y el hogar calentito pasaron la tarde allí.
Pero... ¿qué tenía el dichoso Copi como para escaparse en cuanto había una oportunidad? ¿Porqué cuando estaba en la calle no obedecía la mayoría de las veces a su dueño? ¿Qué instinto le llevaba a correr y correr? Menos mal que por lo menos sabía el camino de vuelta a casa.

En la tierra hay un perrito
lleno de gracia y bondad
es pequeño y menudito
pero lleno de vitalidad
es un perro muy simpático
capaz de poder cazar.
Y si le hablas muy despacito...
Hasta te responderá.

A los pocos días de este acontecimiento Copi, tan juguetón y travieso como siempre, volvió a hacer una de las suyas, esta vez por fortuna sin consecuencias, estando Maribel y Vicente en el salón de su casa, apareció el perro jugando con una cebolla que había cogido del verdulero en la cocina, la cosa no tenía menor trascendencia si no fuera porque se presentó con ella como si estuviera jugando al fútbol, es decir, la dejaba en el suelo y la empujaba con sus patas delanteras, como si fuera una pelota, la volvía a coger con la boca y otra vez la misma operación, era para grabarlo en vídeo sobretodo porque ladraba a la cebolla como si tuviera vida propia, cuando se le escapaba y rodaba por el suelo, también lo hizo posteriormente con patatas y cualquier otro objeto que encontraba y tuviera más o menos forma esférica, hasta que le trajeron una pelota redonda y grande que posteriormente le duró casi dos años hasta que -con los dientes- la pinchó.